sábado, 14 de abril de 2012

El tiempo sigue pasando

El tiempo pasa y pasa, y siempre nos sorprendemos por cómo pasa el tiempo. A medida que crecemos, hacemos una retrospectiva asombrosa de todo lo que nos ha pasado, como si ignoráramos la vejez de nuestra madre tierra. Recuerdo cuando terminé mi colegio primario, justo después de terminar mi último examen en quinto grado, vi para atrás y me sorprendí por lo rápido que pasó mi primaria.

No contento con eso, al graduarme del colegio, una noche fría de diciembre, recordé los once años que pasé estudiando las nociones básicas que construyeron mi vida, los amigos que encontré y me encontraron, los colegios por los que pasé, y la nostalgia de tener que enlistarme al ejército a mis escasos 17 años. ¿Qué puede añorar un joven de 17 años de su escaso pasado?

Pero no me contenté, siempre añoré ese pasado.

Esos 11 meses y 20 días que pasé en el ejército, los vi pasar como en un minuto el momento en el que recibía mi tarjeta de reservista.

Entré a la universidad y añoré mi vida de estudiante de colegio, hasta que entendí lo interesante de esa vida, la que finalmente añoré en el momento en el que me gradué de ingeniero. Algo que esperé con ansias toda la vida, valerme por mi mismo, coincidió con la añoranza de volver a sentir esa libertad casi revolucionaria que se siente en la universidad.

Ahora, después de algunos años de vida profesional, más de los que invertí en estudiar en el colegio, trato de entender que es más importante lo que puedo preparar para el futuro, que añorar el tiempo que se fue.

Saludos,

Vlogordo

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