La ciencia ficción nos ha mostrado que en un futuro no muy lejano, pero tampoco muy cercano, podrían existir seres fabulosos con algunas características de humanos y otras características de máquina, aunque yo pienso que eso no necesariamente es ciencia ficción y tampoco creo que sea en un futuro. Ya existen los cyborgs.
Por ejemplo, creo firmemente que mis intestinos tienen incrustado un pequeño circuito integrado con un GPS de alta precisión, porque más me demoro en abrir la puerta de mi apartamento y pone un pie en él, cuando mi estómago me está exigiendo, con una variedad de retorcijones y movimientos involuntarios, que debo, con una rapidez mayor que la luz, ir al baño.
Es más, los efectos aumentan cada vez que me acerco al trono del descanso, incluso estando a pocos metros de él. Es decir, ese GPS es de alta precisión. Ya querrían los militares tener un dispositivo de más alta precisión, para realizar sus acciones.
Sin embargo, ese no es el único artefacto electrónico que está embebido en mi cuerpo.
Hace algunos días pensé que me estaban llamando insistentemente a mi celular, ya que vibraba insistentemente algo en mi pecho, cuando me percaté que eran algunos de los efectos de la ingesta de ciertos alimentos más temprano en el almuerzo. Después comprendí que estaba dirigiéndome a mi casa, por lo que seguramente mi GPS intestinal estaba enviando señales a todo mi aparato digestivo.
El celular, es pues, otro de los dispositivos que hacen de nosotros las primeras versiones de los cyborg de la ciencia ficción.
Y es que ya no necesitamos hablar, ya chateamos. Creo que es más fácil entablar una conversación con alguien por el Chat, que directamente, así estemos a pocos centímetros uno del otro. Porque siempre se contestan los Chat, así sea con un “J” o un “:-D” o un triste “L”, pero muchas veces las conversaciones ni siquiera se contestan:
Hablado: “¿Hola Como estás?
Otra persona, con la cabeza hacia el piso: Tick tick tick tick tick tick. Sí…
Hablado: Sí qué.
Otra persona, con la cabeza hacia el piso: Ajá, sí, lo que digas… Tick tick tick tick tick.
Hablado: Bonito día, ¿no?
Otra persona, con la cabeza hacia el piso: No sé, no me he metido a ver la página del tiempo…
¡Además de cyborgs, estamos convirtiéndonos en autómatas!
El celular ya es una extensión de nuestro cuerpo, a tal punto que no creemos lo que nuestros ojos ven, sino que hay que comprobarlo en la red.
Además, porque hay mucha gente que cree que si lo dice en Internet, es verdad. Por eso, esto que estás leyendo es completamente verídico, porque lo viste en Internet.
Un saludo,
Vlgordo
AMIGAZO Cyborg:
ResponderEliminarUn saludo tecleado.
Mira que ando en preocupaciones hermanadas.
Conseguí novia recientemente.
En un acto cariñoso me mordió el lóbulo de mi venusiana oreja derecha.
Creo que me incrustó un CHIP made in japan.
Pues, sabe dónde ando en cualquier momento.
Sobretodo, me detecta cuando me aproximo a timbrar a su puerta, cual Romeo.
(No timbro, abre, y así ahorramos LUZ: ¡puro encoñe ecológico!).
Gordo: buena tu escritura, y ¡bueno tu apetito!
Compañero cyber-taranto:
ResponderEliminarUno de los riesgos a los que nos enfrentamos cuando decidimos compartir la vida con alguien es precisamente eso: La compartimos. Pero esa pérdida de privacidad se ve compensada con los maravillosos instantes que, precisamente, compartimos.
Me alegra que alguien se preocupe, aunque sea contratando agentes de la CIA (o el DAS) para saber qué está haciendo (o no haciendo) uno.
Un abrazo!!! y gracias por el comentario y la lectura!!!