domingo, 5 de septiembre de 2010

¿De Colombia con amor?

Hay tantas cosas buenas en Colombia, que no vale la pena repetirlas. Es tan simple como ver una pequeña reseña de nuestro país, para encontrar una serie de glorias y alabanzas de las riquezas que tenemos.

Infortunadamente, tenemos una "incultura" que carcome cada día, con mayor fuerza, su principal y más grande fortaleza, su gente, y es la falta absoluta de confianza y de creer en lo que otro colombiano tiene para ofrecerme.

Se ha venido gestando, por lo menos por lo que yo he vivido, que todo pensamiento o idea tiene que estar soportado en una experiencia similar de otro país. Inclusive, el nombre que nos ha acompañado como nación por 200 años es un "robo" a un personaje ficticio de la cultura norteameicana.

Francisco de Miranda, venezolano prócer de la independencia de este territorio norte de Sudamérica, propuso el nombre de Colombia para identificarnos, inspirado seguramente por la gesta de Colón y su descubrimiento.

Sin embargo, siempre me llamó la atención que ese mismo nombre fuese utilizado en los Estados Unidos para nombrar estados, calles y universidades, por lo que me puse en la tarea de encontrar un punto común entre las dos historias.

Resulta que a mediados del siglo XVIII los debates del Parlamento Británico no podían ser publicados, por lo que decidieron relatarlos clandestinamente con nombres de novelas, en principio, y luego con anagramas o nombres ficticios. De allí surgió la idea de llamar las colonias británicas en América con el nombre de Columbia.

Pero, qué tiene que ver Francisco de Miranda en todo esto. Pues bien, al prócer venezolano se le conocía por su apetito extremo de los libros, llegando a tener más de 6.000. También fue bien conocido por sus dotes militares, que lo llevaron por todo el mundo conociendo culturas, idiomas y peleando incluso en varias guerras de independencia.

De allí, supongo, oyó el nombre de Columbia y le quedó sonando, proponiéndolo luego como nombre de nuestro país.

Esta mala práctica de copiar las cosas, ni es nuevo ni se ha acabado. Desde telenovelas, hasta soluciones de transporte masivo y tecnología, vamos tal vez por la ruta más sencilla, la de tomar algo ya hecho y rehacerlo.

Y eso está bien. Lo que está mal, es no confiar en que los colombianos también podemos inventarnos cosas extraordinarias, ya que tenemos ejemplos brillantes e infortunadamente, todos en el exterior.

Por eso me molesta tanto ese dicho odioso de "nadie es profeta en su tierra", pero es muy cierto. ¿Nos tendremos que ir todos para ahí sí ser una gran nación? Dios permita que podamos revertir eso.

Saludos,

Vlogordo

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