lunes, 25 de julio de 2011

El fútbol y los partos inversos

El fútbol siempre ha sido mi pasión. Desde que entré por primera vez a un estadio de fútbol cuando tenía, calculo, unos 4 años, la magia de presenciar a 22 hombres detrás de un balón me ha seducido y el éxtasis al que se llega cuando el equipo de uno marca un gol es indescriptible.

Recuerdo llegar a un partido en Manizales en el viejo estadio Fernando Londoño Londoño, a la tribuna de sombra, al lado de preferencia, con mi papá. Me compró un vasito de helado de fresa de La Fuente, que regué completamente al señor que tuvo la mala fortuna de sentarse justo en el camino del helado. Todo el contenido del vasito fue a dar a su ruana. ¿Quién va de ruana a un partido de fútbol? Y ni siquiera tenía los colores del Cristal Caldas de la época.

No me acuerdo cuánto quedó ese partido, pero sí me acuerdo que por lo menos, hubo un gol. De un momento a otro, mi papá y todos los que estaban a su lado saltaron al unísono, como si alguien les hubiera pellizcado algo, y gritaron como locos. Yo no entendí qué pasó, pero también me paré. No veía nada, porque todos me tapaban la cancha; yo quería saber qué estaba pasando allá y por qué todos estaban tan felices.

En unos segundos todo se volvió a calmar y siguió el juego. Ese fue el primer gol que me perdí en un estadio, porque entendí que no había repetición por dos razones poderosas: En vivo no se repiten las jugadas y en el viejo estadio de Manizales no había pantalla.

También recuerdo a mi papá gritándole a los árbitros, a los jugadores de ambos equipos y a mí por haberle ensuciado la ruana al señor de al frente. Desde ese momento entendí cómo funcionaban las cosas en fútbol: i. Los árbitros son el enemigo mayor, más incluso que el equipo contrario; ii. los jugadores del equipo de uno juegan más si se les grita insistentemente y iii. no comprar helado en fútbol, mejor se compra después.

De ahí en adelante comenzó mi afición por todo lo que se llamara Cristal Caldas. Después, Varta Caldas, Cristal Caldas otra vez, Once Phillips, Once Phillips Colombiana y finalmente, lo que todos queríamos, Once Caldas definitivamente.

Mi papá no volvió a fútbol y luego lo entendería: no quería tentar a su salud por culpa del sufrimiento que genera la pasión del fútbol.

Es curioso cómo se sufre con el fútbol. Todos los que me conocen me dicen que soy una persona completamente distinta en fútbol: me vuelvo agresivo, grosero, intratable, hasta peligroso, incluso me tildan de loco.

Pero después de mucho análisis, he entendido que lo que me pasa cada domingo es algo similar a un parto inverso. Porque hacer fuerza por algo que no quiere entrar es normal cada domingo, para cualquier hincha de cualquier equipo.

Por eso, quiero decirles a todos los que son hinchas de cualquier equipo, que los considero los parientes. No porque sienta alguna afinidad y no quiera desearles una diarrea irritable del colon cuando juegan contra el Once, sino porque compartimos ese feliz sentimiento de encontrarnos cada domingo con un parto, y según la etimología de la palabra pariente, literalmente significa quien está pariendo (del latín parentis 'padre y madre', participio activo del verbo parere 'parir', de acuerdo con Ricardo Soca y su “palabra del día” en http://www.elcastellano.org).

Ya lejos de mi terruño no he vuelto a fútbol, porque el sentimiento que genera ver al equipo salir a la cancha, gritarle al árbitro hasta que quedar disfónico, cantar un gol como si hubiésemos ganado la libertadores (que ya lo hicimos), empezar a corear la contadita desde uno hasta once, eso no se puede vivir en un estadio ajeno, eso no lo entienden. Esta pasión la siento sólo con mi Once y a veces, con la Selección Colombia.

Así que para todos los parientes gracias por hacer de este deporte tan lindo y emocionante, pero también tomémoslo con calma, que finalmente es un juego y fuera del estadio todos somos lo mismo.

Un abrazo.

@Vlgordo

viernes, 22 de julio de 2011

Followers y readers

Desde hace un tiempo estaba "preocupado" porque no subía mi lista de seguidores en twitter y por no encontrar comentarios en mi blog.

Me decía: ¿Qué estaré haciendo mal? ¿Será que debo escribir de otras cosas?

Seguí, buscando y estudiando temas interesantes: El inicio de la humanidad, el origen de la religión, la existencia de Dios, las triquiñuelas de los colombianos ante la justicia, las triquiñuelas de todo el mundo ante la justicia, escribir sobre ciencia ficción, novelas, una truculenta historia entre dos hermanos separados al nacer.

Gracias a Dios encontré un twitter de una personalidad que tiene casi 50.000 seguidores. ¡50.000 seguidores!. Entré a leer sus trinos, ya que deberían tener la clave que estaba buscando. Y la encontré: Es una modelo y tiene una foto en bikini.

Pues de ahora en adelante, y como "le voy al Necaxa", me declaro feliz con la cantidad de seguidores y con los mensajes que lleguen a mi blog. Me niego rotundamente a aparecer en bikini, así sea por una buena causa (por lo menos, hoy es así).

Así que si alguien quiere comentar, ahí están las opciones. El que no quiera, no insista, porque además, no tengo bikini.

Saludos,

Vlogordo

viernes, 15 de julio de 2011

Sobre la violencia y otros males

He oído toda mi vida, que existen grupos que luchan contra la violencia, pero siempre luchan por una partecita.

Durante décadas la historia ha visto grupos en contra de la violencia contra la gente de color, o contra la mujer, o contra los niños. Incluso se han visto expresiones en contra de la represión, o contra la violencia hacia los violentos.

Algunos políticos han llegado al extremo de reprochar la violencia contra ciertos grupos, pero la justifican cuando esos grupos son los que la generan.

También me he preguntado siempre, si no sería más fácil, práctico y eficiente que todos esos grupos estén en contra de todo tipo de violencia, sea contra blancos, negros o amarillos; contra viejos, jóvenes, niños o adultos; contra hombres, mujeres o como quieran rotularse.

No he entendido nada de las famosas Organizaciones No Gubernamentales, que pregonan la paz a cuatro vientos, pero aprueban acciones terroristas, por los fines que sean.

Tampoco entiendo otras organizaciones que justifican acabar con la vida de otro ser humano, como si fuese la única solución o "el precio a pagar".

Y eso ha ocurrido por eones (o tal vez por güevones). La historia está llena de batallas justificadas, de revueltas necesarias, de héroes de un bando que son el diablo para otros. Y eso seguirá ocurriendo, si no entendemos que las cosas se logran más fácil, más rápido y más barato, tratando de entender lo que el otro pide.

Eso es lo que no he podido hacer con el problema colombiano. Por mi parte, lo que pido es que me dejen trabajar, me permitan estudiar y me permitan crecer. Y no hablo de crecer en un puesto hasta llegar a ser presidente. ¡No!

Lo que quiero es que no me jodan más la vida los violentos y definitivamente digan qué es lo que quieren. ¿Acaso es tan difícil?

¿Quieren tener tierras, quieren ganar más, quieren que los dejen sembrar su maracachafa, quieren mandar, quieren acabar con las injusticias creando nuevas, quieren que no haya diferencias? ¿Qué es lo que quieren? Y parafraseando a Les Luthiers, "¡y quiero que alguien me responda!"

Por favor, si alguien tiene la respuesta, se le agradece el comentario.

Y para el resto, ¿qué es lo que quieren?

Saludos,

Vlogordo