jueves, 21 de octubre de 2010

Doble moral o la falsedad de la falsa izquierda

Desde que estaba muy chiquito he oído una máxima de la justicia: "todos son inocentes hasta que se comprueba lo contrario"

Eso debería funcionar para todo el mundo. Pero eso sería en un mundo ideal.

En Colombia se han generalizado dos situaciones: que todos los líos jurídicos primero son "tramitados" por los periodistas, y que uno debe demostrar su inocencia porque inmediatamente se presume culpable.

Eso ha pasado, por ejemplo, con el proceso de los paramilitares o el caso de las chuzadas. A los involucrados primero se les hace un "juicio" en, por ejemplo, la W radio, basado en lo que dijo este o aquel, y después viene la "justicia" a dar su veredicto más con visión política que de justicia.

El partido político Polo Democrático, se rasgó las vestiduras porque un paramilitar dijo esto o aquello.

Sin embargo, ahora que ellos están siendo "enjuiciados" periodísticamente porque un contratista dijo que son corruptos, ahora sí se tiene que seguir lo que dicta la justicia y que se siga un "juicio justo".

Eso es lo que ha hecho normalmente la mal llamada izquierda en Colombia, que sólo ha buscado un beneficio propio que dista de los postulados de la izquierda.

Colombia se está hundiendo en un pozo de corrupción sin fondo, en el que se requiere una justicia fuerte, que en este momento no tenemos.

Que Dios salve esta patria.

Saludos,

Vlogordo

jueves, 14 de octubre de 2010

Recononocimiento a los héroes de Atacama

En el último suceso mundial, acompañado de no pocos impactos mediáticos, 33 mineros atrapados 70 días en una precaria mina de cobre y oro en Chile, fueron rescatados de la tierra de una profundidad mayor a los 600 metros.

Al salir, han sido recibidos como héroes y tratados en todo el mundo como tales.

Es cierto que durar 70 días enterrados en vida, en una situación por lo menos traumática y desoladora, debe ser impresionante y tener el talante y la fuerza mental para resistir esa situación, es admirable y digna de ser reconocida.

Sin embargo, los verdaderos héroes que analizaron la situación, que invirtieron tiempo, trabajo, sudor y plata para encontrarlos y rescatarlos, no han tenido la difusión y reconocimiento suficiente que se merecen estos verdaderos héroes.

Sabemos, por ejemplo, el apellido de la primera persona que salió el 13 de octubre, un señor Ávalos, pero no conocemos el nombre de la persona o personas que manipularon las máquinas que permitieron encontrar el 22 de agosto el sitio exacto donde se encontraban resguardados los mineros.

También sabemos y hasta se nos ha grabado en la memoria, el nombre de Mario Sepúlveda, que salió de allí como si hubiese entrado el día anterior, con una energía estupenda y especial, pero no sabemos el nombre de la persona voluntaria que se preocupó por establecer una comunicación directa con los mineros, y que les dio a ellos y sus familias mayores razones para una esperanza que se materializó ese día 13.

No conocemos los nombres de las personas que manipularon la máquina perforadora que por fin el día 17 de septiembre rompió las paredes del taller convertido en refugio, y los responsables de realizar un hueco más grande para que finalmente el 9 de octubre pudieran crear una solución para sacar de la tierra estas 33 vidas.

No sabemos quién fue el que diseñó la cápsula Fénix, que trabajó sin descanso durante más de 22 horas, para sacar de allí a todos los que ese trágico 5 de agosto fueron tragados por la tierra y por la avaricia de algunos que juegan con la vida de las personas para beneficio propio.

Así debe haber miles de héroes, que saldrán de la mina San José a continuar con su anonimato, pero con la satisfacción de haber salvado 33 almas, lejos de las cámaras y lejos del bullicio que ha generado en todo el mundo este hecho.

Conocemos sí el nombre de uno de los héroes, Manuel González, que mientras unos querían salir, otros arriesgaron su vida para garantizar que ellos salieran de la mejor manera, entrando a lo profundo de la mina sin saber siquiera que llegaría con vida al fondo, o más aún, que pudiese salir como los mineros que estaba rescatando.

Como él fueron 5 rescatistas más, de los que no conocemos sus nombres, ni si tienen familia, pero arriesgaron sus vidas en forma heroica.

La vida no es justa, y los hombres cada día hacemos más por darle razones a esa frase para perpetuarse. Por eso, este escrito hace un reconocimiento a esas personas, que no conozco, pero que para mí son los verdaderos héroes del desierto de Atacama.

Un saludo,

Vlogordo

miércoles, 13 de octubre de 2010

Mis intestinos y la ciencia

La ciencia ficción nos ha mostrado que en un futuro no muy lejano, pero tampoco muy cercano, podrían existir seres fabulosos con algunas características de humanos y otras características de máquina, aunque yo pienso que eso no necesariamente es ciencia ficción y tampoco creo que sea en un futuro. Ya existen los cyborgs.

Por ejemplo, creo firmemente que mis intestinos tienen incrustado un pequeño circuito integrado con un GPS de alta precisión, porque más me demoro en abrir la puerta de mi apartamento y pone un pie en él, cuando mi estómago me está exigiendo, con una variedad de retorcijones y movimientos involuntarios, que debo, con una rapidez mayor que la luz, ir al baño.

Es más, los efectos aumentan cada vez que me acerco al trono del descanso, incluso estando a pocos metros de él. Es decir, ese GPS es de alta precisión. Ya querrían los militares tener un dispositivo de más alta precisión, para realizar sus acciones.

Sin embargo, ese no es el único artefacto electrónico que está embebido en mi cuerpo.

Hace algunos días pensé que me estaban llamando insistentemente a mi celular, ya que vibraba insistentemente algo en mi pecho, cuando me percaté que eran algunos de los efectos de la ingesta de ciertos alimentos más temprano en el almuerzo. Después comprendí que estaba dirigiéndome a mi casa, por lo que seguramente mi GPS intestinal estaba enviando señales a todo mi aparato digestivo.

El celular, es pues, otro de los dispositivos que hacen de nosotros las primeras versiones de los cyborg de la ciencia ficción.

Y es que ya no necesitamos hablar, ya chateamos. Creo que es más fácil entablar una conversación con alguien por el Chat, que directamente, así estemos a pocos centímetros uno del otro. Porque siempre se contestan los Chat, así sea con un “J” o un “:-D” o un triste “L”, pero muchas veces las conversaciones ni siquiera se contestan:

Hablado: “¿Hola Como estás?

Otra persona, con la cabeza hacia el piso: Tick tick tick tick tick tick. Sí…

Hablado: Sí qué.

Otra persona, con la cabeza hacia el piso: Ajá, sí, lo que digas… Tick tick tick tick tick.

Hablado: Bonito día, ¿no?

Otra persona, con la cabeza hacia el piso: No sé, no me he metido a ver la página del tiempo…

¡Además de cyborgs, estamos convirtiéndonos en autómatas!

El celular ya es una extensión de nuestro cuerpo, a tal punto que no creemos lo que nuestros ojos ven, sino que hay que comprobarlo en la red.

Además, porque hay mucha gente que cree que si lo dice en Internet, es verdad. Por eso, esto que estás leyendo es completamente verídico, porque lo viste en Internet.

Un saludo,

Vlgordo